La antigua ermita de San Josepe, era un pequeño templo con forma casi cuadrangular de 15, 5 x 15, 8 metros. Tenía dos puertas, una de ellas formada por un arco de medio punto con hermosas dovelas de un tamaño considerable. El interior estaba dividido en dos naves. Una de ellas dedicada a la Virgen Blanca (imagen expuesta hoy día en el Museo Diocesano de San Sebastián) y la otra a San José. José Uribesalgo fue el último vecino encargado del cuidado de este humilde pero hermoso templo y la última misa se celebró en 1962, a petición de los jóvenes del barrio de San Andrés. Esta iglesia, siempre estuvo ligada a la vida social de ese bello barrio. Allí se reunían los vecinos cuando tocaba la campana, que fue rescatada por los moradores, antes de la destrucción de la pequeña espadaña del templo. Allí se celebraba el día del Patrocinio de San José (una fiesta móvil que se celebraba pasado el Domingo de Resurrección) y en la explanada que actualmente está llena de pi